Lo expuesto hasta aquí exige que tengamos en cuenta los cambios y transformaciones que puede provocar el turismo en las comunidades receptoras.
La implicación de la comunidad local en el proceso de desarrollo turístico es un aspecto que los gestores o responsables del destino turístico deberán tener en cuenta, atendiendo al cambio y la evolución de la percepción de los efectos que la actividad turística provoca.
No sólo debe tenerse en cuenta la percepción (y el cambio en la misma) de los residentes), también hay que intentar concienciar al turista de las consecuencias que su presencia puede acarrear. Evidentemente, la situación será muy diferente según consideremos destinos masificados o destinos incipientes.
Esto nos conduce a la consideración de la capacidad de carga del lugar. Existe un umbral de tolerancia que marca los límites de la expansión de la actividad. Una vez superado este umbral, la reacción de la comunidad es negativa. Asimismo, el turista puede tener un umbral propio de saturación del destino y, en consecuencia, de rechazo. Nos estamos refiriendo a la capacidad de carga, concepto que, aunque definiremos en otros apartados, se refiere en este caso a la dimensión que puede alcanzar la actividad sin que sea rechazada por los residentes o sin que el turista empiece a valorar negativamente el destino (saturación).
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